domingo, 1 de noviembre de 2015

NÚMERO 137 / NOVIEMBRE-DICIEMBRE DE 2015

FORO ALFONSO CARLOS
Fue Baroja el que señaló que el Carlismo se cura leyendo. Pío Baroja era un tipo con poco sentido del humor, pero su aforismo se extendió en algunos círculos intelectuales y otros que, aun queriendo parecer intelectuales, no lo eran tanto. De gente de esta calaña eran también los que, con frecuencia cansina, repetían la broma de que el “Pensamiento Navarro”, un conocido periódico carlista, era una contradicción. Los muy graciosetes decían “¿Pensamiento?, ¿Navarro?, Imposible”. Pero, mientras tanto, el pueblo navarro trabajaba y trabajaba, con la constancia que le caracteriza. Dio a España escritores e intelectuales, profesores de varias disciplinas. Siguió siendo Navarra una región próspera, de gente de bien y muy carlista. Los hechos desmintieron a aquellos bufones. Esta forma de respuesta muy factual, muy navarra, muy española; es la que adoptamos los carlistas, que hoy podemos decir que Baroja escribía maravillosamente, pero no dejaba de ser un cascarrabias amargado que nos juzgó a la ligera. De haber tenido más sentido del humor, y de haber vivido en el siglo XXI (¡sí, en el siglo XXI!), le hubiéramos invitado a asistir en Liria (Valencia) a la edición del Foro Alfonso Carlos del que da cuenta esta revista. El Foro Alfonso Carlos se ha convertido ya en una universidad que, itinerante por las Españas, imparte formación política en clave tradicional. Con hechos, no palabras, nos presentamos los carlistas ante los Barojas del mundo. Estamos aquí para recordarles que los intelectuales sin sentido del humor son mucho más propensos a decir estupideces y que somos gente que lee, que estudia y reflexiona. Y que actúa en consecuencia.



martes, 1 de septiembre de 2015

NÚMERO 136 / SEPTIEMBRE - OCTUBRE 2015

DENUNCIAMOS UN PELIGRO REAL

La actitud de Hungría frente a los refugiados musulmanes ha sido criticada desde Bruselas. En Bruselas hay políticos, fieles a una ideología, que no ven más allá de las ventanas de su despacho y pontifican sobre todo lo divino y lo humano. En Hungría hay hombres que se enfrentan a los hechos, que tienen memoria, cuyos antepasados hace dos centurias y media se libraron de la tiranía musulmana que había durado siglo y medio.

En España también hemos conocido la realidad de una dominación musulmana. Invadieron nuestro país validos de la división de los visigodos. Tiranizaron nuestro país. Luchamos contra ellos y, al final, los echamos. Pero nos costó casi ocho siglos. Mientras tanto hubimos de padecer su tiranía. Nuestros mártires de Córdoba son una muestra. Padecimos su crueldad. Los mozárabes hubieron de huir al norte para practicar su religión con libertad. Anualmente los musulmanes organizaban “razzias” o expediciones militares dirigidas a los reinos cristianos para apoderarse de las cosechas recién recolectadas. Al final de la expedición, con las cabezas de los cristianos vencidos formaban una pirámide desde la que el imán cantaba las grandezas de Alá. Lo certifica don Claudio Sánchez Albornoz. Esclavizaron a nuestros hombres. Con nuestras mujeres poblaron sus harenes. San Pelayo, el patrono de los adolescentes carlistas, fue martirizado por no acceder a los sucios deseos de Abderramán III.

Ahora vienen no como invasores, sino como inmigrantes. El presentarse como inmigrantes no es óbice para que traigan exigencias inadmisibles en quien pide acogida. En los comedores de caridad no se limitan a rechazar el “jalufo”. Exigen que se les dé otra comida. En las escuelas, que la hospitalidad pone a su disposición, exigen la separación de sexos. Si ahora, que son minoría, ya exigen, cuando sean mayoría impondrán. Ya en los campos de acogida de Centroeuropa los musulmanes oprimen a los cristianos. En Francia se han formado barrios en los que los no musulmanes no se atreven a entrar.

Un buenísimo idealista calificará nuestro discurso de racista y xenófobo. Por aplicar calificativos que no quede. Pero el idealismo no será capaz de invalidar nuestro razonamiento, que no se basa en principios abstractos sino en hechos. El idealismo dominante no tiene en cuenta la realidad y nos lleva a la ruina. Denunciamos un peligro real. No nos harán caso. Nuestros hijos o nietos sufrirán las consecuencias.  

miércoles, 1 de julio de 2015

NÚMERO 135 / JULIO-AGOSTO 2015

ESPAÑA REGIONAL
Los que desde las doctrinas liberales se oponen al desmembramiento de nuestra Patria alegan algo tan sin sentido como que “España es una nación de naciones”. No importa que la nación sea uno de los conceptos de Derecho Político más imprecisos, que nadie pueda dar una definición de nación que tenga un valor universal. La doctrina liberal imperante dice que en la nación, que es dueña absoluta de sus destinos, reside la soberanía.

En AHORA nos importa muy poco si España es, o no, nación. Vamos a la realidad: España existe. Es algo que no puede negar nadie con sentido común. Su paso por la historia lo acredita. La unidad de España se basa en la historia; es decir: en lo vivido España es un conjunto de pueblos que, unidos por la Fe en el mismo Dios y la lealtad al mismo Rey, ha desempeñado un  papel fundamental en la historia de la humanidad. Las dudas sobre la identidad de España han surgido cuando se ha prescindido la Fe en el mismo Dios y nos han impuesto como reyes a los miembros de una dinastía sierva de la Revolución.

España siempre ha sido varia. Lo han exigido el clima y la geografía, en las regiones que la constituyen. Esa variedad no ha sido obstáculo para la fundamental unidad. Unidad que se ha reforzado por la aparición de vínculos de vida, que hoy sería difícil y doloroso romper. 

El liberalismo, en sí, implica una ruptura de vínculos, en todos los órdenes de la vida. Juntémoslo a las tensiones que nacen de sus formas de gobierno y ahí tenemos el separatismo. Las regiones tienen una vida propia y desconocer esta realidad con formas centralistas de gobierno es una forma absurda de gobernar y una fuente de tensiones que a muchos les ha llevado a exigir la independencia.

La solución no está en el centralismo jacobino. Tampoco en las actuales autonomías, que no son sino reproducciones del centralismo a nivel regional. La solución está en volver a los principios que fundamentaron nuestra unidad y a las formas políticas que, respetando nuestra variedad, proporcionaron a los españoles una auténtica libertad.

Tema de portada:
Nuestros articulistas Santiago Arellano, Javier Barraycoa, Carlos Ibáñez Quintana, José Miguel Orts, Zortzigarrentzale y Pablo Sagarra reflexionan sobre España y sus regiones. Los territorios vascos, catalanes y valencianos merecen una atención especial en este número, en el que también se habla del reparto de las competencias autonómicas y los conciertos económicos.

Actualidad:
Entrevista a Josep María Ortiz Frigola, seminarista y misionero en Perú
Necesitamos una urgente hoja de ruta, por Antonio Rivero
Prefiero el paraíso, por Alba Vilaplana

Páginas centrales: Pizarro y el intento de conquistar China, por Miguel Angel Bernáldez

Vida Tradicionalista:
Valoración de los resultados de las elecciones municipales y autonómicas
Charla-coloquio "Un análisis electoral desde la tradición"
La oposición al Alarde Tradicional le cuesta a EH Bildu tres concejales en Hondarribia

Los carlistas valencianos peregrinan a Novelda.
Los carlistas navarros en San Miguel de Aralar

Navarra en el mundo. (Iniciativa Cultural Recuerdo).
Andalucía. ¿Qué hacer en tiempos de crisis?

Historia y Cultura:

El voto femenino en Vázquez de Mella, por Raimundo de Miguel
La vida que une, por Nicolás de Saracho
(Historia). Apuntes para conocer el Reino de Valencia, por Luis Ignacio Amorós
(Historia). La ikurriña, ¿bandera de Euskal Herria?
(Historia). Las señas de identidad vascas
(Ficción). Entrevista a un líder político alternativo, por Zitro II
Y los sueños, cine son. por Pablo Úrbez

Varios:
Que alguien haga algo. Por Javier Garisoain
BAZAR CARLISTA
AGENDA.


viernes, 1 de mayo de 2015

NUMERO 134 / MAYO-JUNIO 2015

EDITORIAL

Legitimidad

Se ha definido la Legitimidad como “la justificación intrínseca del poder y su ejercicio”. El poder se legitima sin más. No hay grupo humano que no tenga a su frente alguien que lo rija, individual o colegiadamente. La legitimidad se refiere al órgano que ejerce el poder y al modo con que lo ejerce.

La más bella definición de democracia dice que es “el gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo”. Paralelamente proclamamos la Monarquía Tradicional como “el gobierno del pueblo, para el pueblo y por una familia secularmente consagrada al servicio del pueblo”. El fallo de la democracia está en ese “por el pueblo” final. La realidad demuestra que el pueblo no ejerce, ni ha ejercido, ni ejercerá nunca el poder. Siempre interviene una persona o un grupo reducido.

Arguyen los demócratas, que esa persona o grupo son elegidos por el pueblo, cuya  voluntad les confiere la legitimidad. Contestamos nosotros que la voluntad del pueblo es la que confiere a esa familia el derecho (más bien el deber) de gobernarle. Es una voluntad que no se expresa mediante urnas, sino con la adhesión secular con que el pueblo viene gritando “¡Viva el Rey!”.

Nuestra Monarquía surgió en los primeros tiempos de la Reconquista. Cualesquiera que fueran los conflictos por los que atravesó, se resolvieron en España. Se cristalizaron en una ley de sucesión que eliminaba toda duda sobre quién debe ser la persona de esa familia que debe ejercer el poder.

En la designación del poder democrático interviene el pueblo. Pero de manera ciega. Vota, sí; pero sin saber a quién vota y por qué vota. Los candidatos, entre los que puede elegir han sido ya designados. No sabemos por quién. En la gestación y nacimiento de la actual democracia española participaron numerosos poderes, grupos de presión, que nos dijeron “habla, pueblo,  habla”, cuando la realidad era que nos mandaban repetir un papel que nos ponían delante.

Un estudio minucioso del proceso y de los protagonistas que lo forzaron nos habla de la aceptación de potencias extranjeras, del apoyo de grupos financieros y de la cooperación de élites políticas. El atento examen de lo que hoy sucede nos muestra un gobierno que recibe órdenes de fuera y las cumple. Esto es “el gobierno del pueblo” pero no “para el pueblo”, sino para poderes ocultos y no “por el pueblo”, sino por los lacayos de esos poderes.

El gobierno de la Monarquía Tradicional sería muy malo, según nos dicen los demócratas de hoy. Pero la democracia que padecemos es mucho peor, de acuerdo con lo que estamos viviendo. Por eso seguimos defendiendo la LEGITIMIDAD.

Tema de portada:
Nuestros articulistas Carlos Ibáñez Quintana, José Fermín Garralda y José Miguel Orts reflexionan sobre la Monarquía Tradicional y el papel del Legitimismo en el siglo XXI. Se aporta también el contexto histórico necesario para entender la lealtad de los carlistas a la conocida como Dinastía legítima.

Actualidad:
¿Esto es la democracia? por Santiago Arellano
El cooperativismo, una alternativa en tiempos de crisis, por Carlos Veci              
¿Qué corresponde hacer al Carlismo en esta coyuntura?, por Luis Ignacio Amorós
Por qué es peligroso mezclar la religiosidad y la política, por Antonio Rivero

Páginas centrales: Childerico III, el último  holgazán. por Miguel Angel Bernáldez

Vida Tradicionalista:
(Valencia). Aplech de Bocairent
Festividad de los Mártires de la Tradición / Festividad de los Mártires de la Tradición en Cataluña
(Navarra). Dos actos por la vida
(Andalucía). Quintillo 2015
El carlismo triunfará por el trabajo, por Antonio Rivero

Historia y Cultura:
(Tradición). Los retratos de Felipe II
(Historia). Y don Juan se burló de ellos, por Carlos Ibáñez Quintana
(Historia). Los otros holocaustos silenciados. El genocidio armenio
Charles Péguy desde el frente, por Alonso Blanco
(Libros). Crítica de libros. Dinero, demogresca y otros podemonios / La comedia humana
Y los sueños, cine son, por Pablo Úrbez

Varios:
Que alguien haga algo. Por Javier Garisoain
BAZAR CARLISTA
AGENDA.

domingo, 1 de marzo de 2015

NUMERO 133 / MARZO-ABRIL 2015

EDITORIAL

¡Nada sin Dios!

Eran años de confusión. El liberalismo infiltrado en la Iglesia atacaba fuerte. Su voz se imponía en las sacristías. Interpretaciones sesgadas del Concilio Vaticano II parecían darle la razón. Los carlistas nos veíamos solos, abandonados. Nuestras anteriores fórmulas eran debeladas. No ya la conocida Unidad Católica. La misma confesionalidad del estado era negada. Cierto que los tiempos y, con ellos, la sociedad habían cambiado. No podíamos mantener las formulaciones jurídicas de un siglo atrás.

En esa confusión salió una voz contundente: ¡NADA SIN DIOS! Era el grito de quien se acoge a la última trinchera, seguro que de ella nada ni nadie le pueden desalojar. En efecto: por mucho que el liberalismo católico se estruje la mente, jamás se atreverá a combatir el ¡NADA SIN DIOS! Sería despojarse del disfraz con que, con tanto cuidado, oculta sus verdaderas intenciones.

Dios existe. Ha creado al hombre como ser social y le ha dado unas leyes para que viva en sociedad. Más aún se ha hecho Hombre para redimirnos y ser para nosotros Camino, Verdad y Vida.

Eso es objeto de nuestra Fe que, por desgracia, no todos comparten. Eso es una realidad aunque sean muchos los que no creen en ella. Y como realidad, no es racional vivir a espaldas de ella.

De la Redención se han derivado muchos bienes a la humanidad. Incluso en el orden natural. No podemos prescindir de ellos. No queremos que se priven de ellos los que no han tenido la suerte de ver la Verdad.

Su Santidad el Papa nos lo ha dicho bien claro en su Encíclica “Lumen Fidei”: ¿Seremos en cambio nosotros los que tendremos reparo en llamar a Dios nuestros Dios? ¿Seremos capaces de no confesarlo en nuestra vida pública, de no proponer la grandeza de la vida común que Él hace posible? La Fe ilumina la vida en sociedad.  

El lema del laicismo imperante es el contrario: “todo sin Dios”. Y lo  van consiguiendo a la vez que España se acerca más a su ruina: paro, hambre, inmoralidad, latrocinios institucionalizados… Es lo que impera cuando se va cumpliendo el plan de los que hoy triunfan y se rebelan contra Dios.

Tema de portada:
Nuestros articulistas Santiago Arellano, Antonio Rivero, Carlos Ibáñez Quintana y Miguel Ángel Bernáldez reflexionan sobre la presencia de Dios en la sociedad española, el integrismo, la militancia católica y la principal carencia del partido PODEMOS.

Actualidad:
Los planes de Andres, por Ignaz von Eberwald
Lo que da de sí el mercado del voto, por José Miguel Orts
El Papa no quiere un partido católico, por Carlos Ibáñez
Podemos y el márketing del siglo XXI, por Paco Segarra
Borrokas, por Carlos Veci
A vueltas sobre el aborto, por Esperaindeo
¿Es que no se puede ser no ser capitalista sin ser comunista?, por Daniel Marín
Los troncos talados no tienen raíces, por Juan Antonio Darder
Sobre las juventudes carlistas, por Nicolás Pastor
La exigencia moral en la política, por Antonio Colomer Viadel

Páginas centrales: El dos de mayo, hombres de palabra. Oor Miguel Angel Bernáldez

Vida Tradicionalista:
Los carlistas ante el atentado islamista de París
Los carlistas ante la persecución a los cristianos en Oriente Medio
Celebración del día de la Monarquía Tradicional 2015
Día de la Juventud Carlista del Reino de Valencia
La encrucijada de Navarra, por José Fermín Garralda

Historia y Cultura:
(Tradición). El Sagrado Corazón, La Madre Rafols y Don Alfonso Carlos. Por el Caballero de las Lises
(Tradición). ¿Religión? ¿Historia? Por Fernando Díaz de Bustamante
(Historia). Sobre las raíces del Carlismo valenciano, por José Miguel Orts
(Entrevista). Álvaro Guzmán, presidente del Club Chesterton de Murcia
(Libros). Elegir colegio, educar en libertad. Autor: Pablo Sagarra
Y los sueños, cine son, por Pablo Úrbez

Varios: 
Que alguien haga algo. Por Javier Garisoain
BAZAR CARLISTA
AGENDA.

jueves, 1 de enero de 2015

NÚMERO 132 / ENERO-FEBRERO 2015

EDITORIAL

Contra la corrupción: ¡Tradición!

Decían las Ordenanzas Militares de Carlos III: “El Oficial cuyo propio honor y estímulo no le movieran a obrar bien, no sirve para mis ejércitos”. “Propio honor”, en un tiempo en que era común la creencia de que “el honor es patrimonio del alma y el alma solo es de Dios”. El honor era una manifestación de la presencia de Dios, en la conducta de los hombres. Hoy, el sistema liberal ha suprimido a Dios de la vida pública. El honor se ha vaciado de contenido. Es más: para amplios sectores de la sociedad es un concepto burgués y por burgués digno de desprecio.

El tan extendido concepto del honor no era suficiente en aquella sociedad preliberal. Además había instituciones humanas que invitaban a vivir con honor. El Juicio de Residencia, al que eran sometidos los cargos públicos al terminar su mandato, también “movía a obrar bien”. Luego las constituciones liberales suprimieron el Juicio de Residencia.

El estado de bienestar cuida de nosotros desde la cuna hasta la tumba. Ha ocupado el  papel de la Divina Providencia suprimida de la vida pública. Nos cuida con tanta solicitud que hasta provee muchas necesidades que, naturalmente, deberían ser provistas por cada uno o por la sociedad.

Pero para ello necesita muchos recursos. Por eso los adquiere cargándonos de impuestos. Esos recursos son administrados por los políticos. Los políticos son elegidos sin ninguna selección. Es político cualquiera que se preste a ello. En muchas ocasiones quien no sirve para otra cosa. De este modo no es extraño que abunden entre ellos quienes desconocen el honor. Ya tenemos mucho dinero y poder en manos de esa clase de hombres. Dada la forma en que se han seleccionado: ¿nos puede extrañar que usen el poder y el dinero en su beneficio personal?

Poder y dinero nos atraen a todos. Son una fuente de tentación. Entre las pocas cosas que el Salvador nos dijo que debíamos de pedir al Padre está el “no nos dejes caer en la tentación”. Pero muchos de nuestros políticos alardean de desconocer ese Padre. Consideran una puerilidad esa petición tan importante. ¿Nos puede extrañar que caigan en la tentación?

La movilidad en los cargos políticos, propia de la democracia, agudiza la codicia. Se atribuye a la madre de Napoleón la frase “mientras esto dure”. Los cargos son apetitosos. Su permanencia en ellos no está asegurada. Las oportunidades pasan. Son como las liebres para los cazadores: si no disparas cuando las tienes a tiro te quedas sin ellas.

Todos nos lamentamos de la corrupción que ha alcanzado una extensión de escándalo. Nosotros nos limitamos a indicar sus causas. Los españoles tienen la palabra. Si persisten en mantener la democracia tendrán corrupción. ¿Es que no hay corrupción con otros sistemas políticos? Sí, la hay, pero no goza de impunidad.  

Se presenta el nuevo director

Tema de portada:
Charlie Hebdo y la corrupción en España. Por Santiago Arellano
Ante algunos que dicen que son Charlie, por Javier Garisoain
También esto es corrupción. Por Carlos Ibáñez Quintana
La burbuja inmobiliaria, por Nicolás de Saracho

Actualidad:

"Seréis como dioses". Por José Miguel Orts
Feminismo, por Valerio Optimo
El liberalismo contra las Obras de Misericordia. Por Carlos Ibáñez Quintana
Familia y salarios justos. Por Daniel Marín
La religión y la tabla periódica de los elementos, por Esperaindeo
¿En qué consiste lo de las "carreras universitarias de 3 años"?
¿Qué es eso de los fueros? Por Jaime Alonso

Páginas centrales: Kerkaporta. Por Miguel Angel Bernáldez

Vida Tradicionalista:
Manifiesto de la Comunión Tradicionalista Carlista con ocasión del Acto Nacional del Cerro de los Ángeles
Llamamiento a los vecinos para la constitución de candidaturas independientes. Nota de prensa
Sobre la enseñanza de la religión islámica en nuestras escuelas. Nota de prensa
Contra el aborto: justicia social y participación vecinal. Por Carlos Veci
Las aspas, símbolo contra la corrupción.
A los Jóvenes.

Historia y Cultura:
(Tradición). Notas de un obrero. Por Ginéz Martínez
(Tradición). Dejad toda necia esperanza. Por Luis Hernando de Larramendi
Dos lecciones de Valle-Inclán para los carlistas. Por Alonso de Blanco
A los 200 años del nacimiento de Antonio Aparisi y Guijarro. Por José Miguel Orts
Testimonio de un requeté burgalés
¿Por qué soy carlista? Por Nicolás Pastor
La prensa libre, de Hilaire Belloc
Y los sueños, cine son, por Pablo Úrbez

Varios:
Que alguien haga algo. ¡Confiésate! Por Javier Garisoain
BAZAR CARLISTA
AGENDA.